El monstruo de emociones
Esta semana en el salón de mi hijita menor, estuvieron hablando del libro del monstruo de emociones. El Monstruo de Colores, de Anna Llenas Serra, es un cuento que desde la simpleza nos ayuda a explicar a los peques algo tan complejo como las emociones. En mi caso se lo compré a Rodrigo hace tres años. Un día de regreso del colegio; cuando tenía cuatro; llegó del colegio pidiéndome que le comprara el libro del monstruo de emociones. Desde que lo compramos lo hemos leído mil veces y no fue hasta esta semana que lo utilicé y descubrí los colores en mí.
El cuento empieza así; “¿Quieres saber qué le pasa a este monstruo tan entrañable? Pues resulta que hoy se ha levantado algo extraño, confundido, agobiado... y el pobre no sabe qué le pasa“. Por suerte nosotros podemos ayudarlo, guiados de la risueña niña del libro: "Te has hecho un lío de emociones, y todas mezcladas no funcionan bien"..."Si quieres, te ayudo a poner orden".

El viernes le toco a Olivia dibujar con temperas el color del monstruo que más le gustaba, por su puesto ella escogió el rosado, color que por alguna razón le fascina y además ella está llena de amor, como el monstruo de ese color. Además, están el color negro, que es el miedoso, el azul, de tristeza, rojo de rabia, amarillo de alegría y el verde de calma. Toda una gama de colores en donde los niños pueden identificar como se sienten. Personalmente me parece fantástico.
Volviendo a mí, a mi historia, está semana ha sido difícil para mí; literalmente tuve las emociones todas enredadas, me he sentido molesta, deprimida, con miedo, por momentos en calma, pero fueron los menos, en general muy deprimida, con una tristeza fuerte. Y en mi caso se siente como entrar poco a poco en un túnel, del cual no vas encontrando la salida, y mientras más ingresas al túnel, más difícil es lograr ver alguna luz que lo ilumine.

Esta semana fue mi quinta quimioterapia, además tuve análisis de sangre para ver el indicador tumoral CA125 y mi hemograma de rigor para ver como va el sistema inmunológico. Vamos por partes; en mi hemograma, todo va bien, voy bajando algunos niveles, pero levemente, nada que pueda impedir que siga el tratamiento. Por el lado de CA125, se mantuvo, y el lunes cuando revisamos Lucho y yo el resultado entre en ese estado que hemos descubierto con Marilú, mi psicóloga; el estado en que cierro todo y me pongo una coraza para no sentir nada, cierre total de emociones. Lucho por su lado, estuvo preocupado y triste todo el día y al día siguiente tuvimos cita con mi doctora. Al llegar donde mi Dra. Claudia, me dice; el CA125 solo es un valor, vamos a darle tiempo al tratamiento que funcione, vamos menos de la mitad, vamos adelante. La verdad es que yo esperaba que hubiera bajado al menos a la mitad, indicando que mis tumores empezaban a desaparecer, pero no fue así. Yo hasta ese momento me mantenía inerte ante la situación, cero emociones. Ese día Lucho se comunico con los dos doctores en USA a quienes agradezco habernos abierto la posibilidad de llamarlos y consultarles cualquier pregunta, se encuentran uno en Texas, y el otro en Miami. Igual como dijo mi doctora, nos dijeron; es pronto, puede ser que aun no empiece a bajar el indicador, por motivos residuales, demos tiempo al tratamiento; agradece que los tumores no comprometen órganos, que no están en sistemas vitales. En conclusión, paciencia y buen humor. Por supuesto Lucho ya estaba tranquilo y de mejores ánimos. En mi caso, decidí pensar esto es pasajero, en algún momento acabará, no estaré enferma para siempre, va a pasar.
La quimio fue también el martes y al entrar a sala me sentía como vacía, con falta del entusiasmo que me caracteriza o las fuerzas que le pongo y adicionalmente; sin las ganas de conversar con las enfermeras y contarles mi semana. Simplemente me dediqué a dormir y al llegar a casa seguí durmiendo durante todo el día e incluso el día siguiente. El resto de la semana me sentí mal, muy muy cansada, traté de hacer yoga el miércoles y la verdad logré 15 minutos. Luego entré en un cansancio terrible y a dormir. El jueves pude hacer media hora de yoga e igualmente como al día anterior me sentí terriblemente cansada. Ante este estado, consulte y la respuesta fue; ya vas cinco quimioterapias, la droga se va acumulando, ya empiezas a tener los efectos. El miércoles en la noche empecé a tener un rush en el pecho, eccemas y picazón fuerte. Adicionalmente me empezó una neuropatía de la que me habían advertido, picazón y adormecimiento de manos y pies, me sentí mal. Realmente empecé a sentirme deprimida, triste, mi cuerpo ya no me acompañaba como antes. Al menos empecé a sentir.
El viernes, fue la clase de Olivia, la de las emociones, y finalmente me encontré haciendo el ejercicio; me siento triste, estoy como el monstruo azul, y bien azul llegando a negro que es miedo. Triste porque ahora ya no estoy bien, me siento muy casada todo el tiempo. Miedo porque no se qué más vendrá, habrá más efectos secundarios, ¿perderé todo el pelo? Que más tendré que soportar. En esta situación me puse a pensar tengo que sentir, como bien hablamos con Marilú, lo mejor es soltar los sentimientos, sentir y saber que sientes, no hay que cerrarse, no le pongamos candado y sigamos como siempre. Vaya que esta semana lo comprobé.
El viernes luego de las clases de Olivia vinimos con mis papis a la playa, y estuve procesando todo el día que hacer para salir de este estado. Pensé; tengo que dejar fluir lo que siento, si debo llorar pues a llorar, si hay que gritar, hacerlo. Así que poco a poco empecé a sentirme bien, a ver el lado bueno de la vida, enumerar lo que hay que agradecer, está semana había olvidado mis propias recomendaciones, de meditar, de agradecer, de mirar el lado bueno, es fácil perderse en el abismo de la nada si no te permites sentir. Fue una gran lección aprendida.
El sábado al final del día fuimos con Lucho y los niños a la playa. Grité a la nada, caminé por el mar, me senté a ver el sunset y ver a mis hijos y a Lucho divertirse con el mar y la arena, esto es lo que importa, es lo que hay que agradecer y como bien sé, esto es un proceso, va a pasar. Pasará la picazón, el adormecimiento, pasará el cansancio, pasarán los dolores y sé que mejoraré. Lo sé.
En conclusión, primero debemos sentir nuestras emociones, procesarlas, permitirnos llorar, reír o gritar si es necesario. Recordarnos el agradecer por las cosas buenas que tenemos, vivir el presente, saber que son procesos que tenemos que pasar, y que con todas las ganas superaré la enfermedad. Felizmente en mi caso, tengo las probabilidades de mi lado. Agradezco por esto también.

Nuevamente gracias por leerme, si ayudo a alguien con este relato, ya es suficiente el contarles mi experiencia. Si conocen a alguien que está viviendo algo difícil, pues compartan mi historia, mi objetivo desde el inicio del blog es la intención de ayudar a aquellos que están en el túnel negro, a aquellos que están sufriendo, que necesitan un empujón, y si esto logra que se sientan mejor, habré trascendido en mi objetivo, habré logrado mi pequeña misión.
Gracias!