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Cuando el cielo despeja

Hoy es domingo y como eventualmente hacemos; hemos venido a pasar el fin de semana en la playa. Desde mi sitio veo a mis hijos jugar y divertirse entre ellos y eso me hace feliz. A pesar de que por la pandemia no pueden ver a sus amigos, sé que ellos están bien. Son niños sanos y están creciendo tan rápido que a veces siento mucha añoranza de tiempos pasados. Sin embargo, me siento tranquila y feliz de que así sea. El colegio virtual empezó y con ello una nueva rutina en casa. A pesar de mi enfermedad nos hemos adecuado muy bien. Mis dos hijos están haciendo sus clases felices y les va bien con sus profesoras y amigos. Sé que extrañan verse, pero confío en que, como todo, esta pandemia pasará.



Hace una semana, me encontraba en un lugar muy oscuro, me sentía muy deprimida, con el ánimo muy decaído, sentía mucho cansancio, recién había cambiado de tratamiento y eso me había afectado tanto física como psicológicamente. Definitivamente la noticia de que el segundo tratamiento con quimioterapia semanal no había funcionado, causo en mí un profundo vacío, que mi mente no supo procesar. Es así como lo veo ahora. Es fácil decir, “no te preocupes ya pasará, ya sanarás”, sin embargo, el protagonista que en este caso soy yo, es quien recibe los químicos, los incones, las agujas, las pruebas moleculares semanales, los efectos secundarios tan temidos, la caída de cabello y todo para que finalmente no haya funcionado. Es duro, muy duro.


Durante la semana pasada, pase por todas las etapas del luto; negación, porque realmente bloqueé la noticia de que el tratamiento no había funcionado y que además empezaba un nuevo tratamiento con la dosis máxima. Cuando le pregunte a la doctora por los efectos secundarios, me dijo que mejor no me los decía para no asustarme; cosa que evidentemente causo en mí más intriga y como resultado me encontré buscando en Doctor Google y encontrando todo tipo de efectos terribles. Luego de está total negación de mi situación; empezó en mi la etapa de la irá, durante todo el fin de semana pasado me encontré molesta, de mal humor y para coronar vinieron las elecciones y con los resultados obtenidos, me encontraba ofuscada, molesta. El lunes empezó la depresión, entre en ese lugar oscuro en donde no ves la salida y consideras que todo está mal, ves el vaso vacío; me sentía triste por empezar a sentir los efectos secundarios del nuevo tratamiento. Sentía un profundo cansancio, no podía hacer yoga, no podía levantarme de la cama, dormí todo el día durante tres días. En esos días mi esposo definitivamente se ganó una estatua, él se encargo de los chicos, de la casa, del home school. Que bendición tenerlo y estoy consciente de que también es duro para él, para toda la familia.


El jueves me levanté sorprendentemente de mejor ánimo, menos cansada, con más ganas, empecé haciendo yoga y me conecté a todas las clases de mi chiquita menor. Por cierto, sigo sorprendida por la capacidad de adaptación que tienen los niños, se han habituado totalmente a esta forma de aprendizaje. Finalmente, llegó el viernes y con mejor ánimo y disposición; empecé a pensar, a meditar y colocarme en un mejor sitio; el cielo despejo, llego la aceptación.


Cuando el cielo despeja, ves todo desde otro punto de vista. Comienzas a ver las cosas de una manera positiva, con esperanza, a encontrar las bendiciones que te da la vida. Comencé a pensar en la suerte que tenía en tener la opción de contar con opciones, tratamientos y alternativas para mi sanación. La suerte de tener seguro médico y poder pagar la mayoría de los gastos. La suerte de poder pagar el nuevo tratamiento, empecé a agradecer a mi esposo, a mis padres, mis amigos que siempre están pendientes de mí, en fin; tantas cosas positivas que existen en mi vida y que no debo olvidar.


Hoy domingo, luego de esta semana de tantas emociones, agradezco haber pasado por todas estas etapas. Que importante es darse cuenta de que tienes que estar triste, que debes sentir lo que te ocurre, si sentía que debía dormir tres días lo debía hacer, no soy un super héroe, soy una persona que esta pasando por un proceso difícil y eso lo he aceptado, es lo que debo procesar, debo vivir, debo superar.


Cuando veo que fue lo que deje durante la última semana; deje de meditar, deje de reflexionar, si bien debía sentir todos los sentimientos y etapas; algo que no debería faltar es ese momento de reflexión y de meditación. Hoy insisto, los días que empiezo meditando son mucho mejores que los días en que no lo hago.


Y en conclusión, el cielo despejó; la vida continua, nuestra familia sigue unida, tengo la suerte de ver a mis padres. En algún momento sanaré, me pondré fuerte y volveré a hacer ejercicio y estar activa al 100%. Se que así será. Esta entrada en mi blog se la dedicó a mi esposo; a quien agradezco todo lo que hace por mi familia y sobre todo por mí.


Como siempre. Gracias por leer. Por seguir mi historia y si alguien pasa algo como yo, espero este blog le ayude al menos como entretenimiento y si tengo suerte; como ayuda.

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